Puerto de A Coruña. / Marca-País
Por Fernando González Laxe
Los efectos de la pandemia han tenido efectos devastadores en el campo de la industria de los cruceros. Es, hasta el momento, una de las actividades que más han sufrido las repercusiones derivadas de las restricciones de movilidad; de los continuos controles sanitarios, y de los potenciales escenarios de riesgos. Debido a dichas expectativas sombrías los resultados a día de hoy son muy negativos.
Dos datos resumen la situación en España. En primer lugar, el número de cruceros ha registrado una fuerte reducción en los primeros siete meses de este año (enero-julio), mostrando una caída de cerca del 73% (de 2.231 a 590) respecto a idéntico periodo del año precedente. Y, en segundo término, el número de pasajeros de cruceros, también ha disminuido en alrededor del 77%, para el mismo tramo temporal. Dichas tendencias suponen una pérdida de atractividad de ciertas ciudades y, con ello, un deterioro de su imagen de marca a la vez que una reducción de ingresos por mor de la caída de turistas y de la actividad económica.
Ciudades como Barcelona (-87,8%), Palma de Mallorca (-88,8%) o Málaga (-81,4%), estandartes de esta actividad, son buenos ejemplos de dichas reducciones en lo que atañe a los pasajeros de cruceros. Pero las que han resultado más afectadas fueron aquellas ciudades y autoridades portuarias que habían apostado, todo una carta, a dicha actividad, para poder compensar las reducciones experimentadas en otras rubricas como los graneles, la mercancía general o la carga contenedorizada. Es el caso de A Coruña, en donde los tráficos de pasajeros de crucero muestran una caída del 92%, equivalente a una minoración de 76.533 pasajeros y de una pérdida del 91% en lo tocante al número de buques de cruceros (-55 unidades).
La falta de rigor de los responsables municipales de A Coruña en su enfoque de las políticas de márketing y economía ponen en entredicho las bases de sus planes de recuperación y ahonda, si cabe mucho más, en la carencia de una hoja de ruta de cara a paliar los efectos económicos y sociales de la ciudad. Sin duda alguna, lo avanzado años atrás, comienza a desmantelarse.