Albino Prada: «Las plutocracias avanzan a ambos lados del Pacífico»

Albino Prada: «Las plutocracias avanzan a ambos lados del Pacífico»

Portada de El regreso de China, de Albino Prada. / Mundiediciones

No hay muchas opciones para un lector que, con brevedad y con un enfoque independiente, quiera aclararse sobre la China de hoy. «Algo sorprendente si reparamos en que es una de las economías más determinantes del mundo actual». Por eso Albino Prada escribió el ensayo El regreso de China (Mundiediciones). Profesor de economía y autor del libro de ensayo El regreso de China (Mundiediciones), califica de «ingentes» los retos que tendrá que afrontar China en el siglo XXI. El gigante asiático estaría llamado a convertirse en «una sociedad decente en lo social, laboral, ambiental, fiscal» y a hacerlo con «un pluralismo político participativo» que frene «la actual deriva hacia una sociedad plutocrática y meritocrática de mercado puro y duro». Visto desde Occidente, este autor tiene claro que «Europa debiera tomar buena nota del tipo de competencia entre China y EE UU».

Colaborador de MUNDIARIO y ahora autor de su sello editorial Mundiediciones, Albino Prada es doctor en Ciencias Económicas por la USC, también es profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Vigo y forma parte de Ecobas y de Attac. Fue miembro del Consello Galego de Estatística, del Consello Económico e Social de Galicia y del Consello da Cultura Galega.

Es autor de Caminos de incertidumbre (Catarata), un ensayo con el que cierra la trilogía que iniciara con El despilfarro de las naciones (2017) y prosiguiera con su Crítica del hipercapitalismo digital (2019)”. En marzo de 2021 publicó en Mundiediciones el ensayo El regreso de China: ¿Chimérica o Telón Digital?, a la venta en Amazon.

 

– ¿Por qué se ha planteado este ensayo titulado El regreso de China?

– Observé que no hay muchas opciones para un lector que, con brevedad y con un enfoque independiente, quiera aclararse sobre las mutaciones socioeconómicas de la China de hoy. Algo sorprendente si reparamos en que es una de las economías más determinantes del mundo actual. Lo titulo El regreso de China porque después de varios siglos de vivir hacia adentro hoy aquel inmenso país (Mao dijo que eran unas Naciones Unidas ellos solos) está más vinculado que nunca con el mundo global.

– Se pregunta también en su título: «¿Chimérica o Telón Digital?». ¿Qué quiere decir?

Después de una primera parte histórica y de una segunda parte sobre áreas clave actuales de aquél país, en la tercera planteo esa disyuntiva aún no cerrada. Chimérica señala la creciente interconexión a un lado y otro del Pacífico (sobre todo, y no solo, con Estados Unidos), Telón Digital indica la fuerza contraria: que hoy compartir según que tecnologías puede poner en peligro la soberanía y la estabilidad nacional.

– Usted es un autor de varios ensayos, cautivado esta vez por una nueva editorial: Mundiediciones. ¿Cómo está resultando su experiencia?

– Debo apreciar en lo que vale la independencia y pluralismo que supone acompañarme en este empeño. Otros editores declinaron comprometerse en este ensayo. Por otro lado los lectores de ensayos con ciertas exigencias de rigor son cada vez más escasos. Quizás en el canal del e-book y con una extensión moderada (150 páginas) encontremos lectores atentos y cultos que no acuden a las librerías.

– ¿Cree que su obra será realmente útil a todos aquellos que se plantean de qué manera China podría complicar o facilitar las cosas al resto de los habitantes del planeta?

– Lo que es útil ya de entrada es plantearse esta pregunta. La sinofobia se extiende porque hay razones que sugieren que las complica a buena parte del mundo. La sinofilia existe en aquellos países que comprueban cómo China mejora el trato que venían recibiendo de los países más ricos (hoy, por ejemplo, con las vacunas). Los dos vectores se analizan en este ensayo.

– China es un país grande, pero ¿tanto como para calificarlo ya como la mayor economía del mundo?

– En términos de paridades de poder de compra su PIB en dólares ya sitúa a China como la economía de mayor dimensión. Pero China es sobre todo la sociedad con la mayor población del mundo con absoluta claridad. En una sociedad de mercado, a la que se dirigen, eso los convierte en un actor clave del mundo de este siglo.

– Quienes defienden la economía de mercado y el libre comercio, ¿tienen derecho a frenar a esta gran potencia comercial que es China, o recelar de ella?

– La globalización comandada por la Organización Mundial de Comercio (OMC) al servicio de las empresas transnacionales tiene muy poco de libre comercio y mercados competitivos. Es ajena a los derechos laborales, sociales o ambientales. Esos intereses se mueven en China a sus anchas, China obtiene a cambio capacidades tecnológicas, empresariales y de mercados. Ambos salen ganando. Los perdedores de este doble juego son los que recelan –creo que con motivo– de esa globalización.

– ¿Cómo se explica que un país gobernado por un partido comunista evolucione hacia patrones más propios de las economías de mercado?

– La experiencia del PCCh (de Mao a Deng) supuso la ruptura con el camino soviético a su desintegración. A partir de esa experiencia, para salvaguardar la soberanía nacional se ha postergado todo lo demás. Ponerse al día tecnológicamente (como hicieran Japón o Corea) y abrirse a los países capitalistas más ricos del mundo ha sido inevitable. Queda por ver si el Estado y el sector público (industrial y de servicios) chinos se acercarán al referente norteamericano o bien al europeo. De momento están focalizados no en lo social, sino en la soberanía y el crecimiento.

– ¿Qué consecuencias económicas pero también sociales tendrá el vertiginoso proceso de éxodo poblacional en China?

– Hay un gran paralelismo entre la emigración de la periferia europea a Centroeuropa con la actual del interior de China hacia su litoral. Pero a una mayor escala. Ese éxodo es la válvula que mantiene a raya las demandas laborales y sociales en las provincias del litoral. Con una población inmigrante que no goza de derechos plenos de ciudadanía. Mantiene unos costes laborales bajos y una relativa paz social. El ejército laboral de reserva del que hablaba Marx. De todo ello sacan hoy provecho las empresas globales (desde Apple a Adidas), pero no tanto los consumidores occidentales y menos aún los desempleados de esta parte del mundo.

– ¿Explican las mutaciones históricas de China su actual situación?

– Para Deng Xiaoping el viraje histórico necesario era claro: a finales del siglo XX había que desandar el camino equivocado del aislacionismo chino del siglo XV. De esto me ocupo en el libro. Se había intentado ya a comienzos del siglo XX pero los intereses imperialistas occidentales truncaron en su momento ese camino.

– ¿A qué retos tendrá que enfrentarse China en el siglo XXI?

– Ingentes. Convertirse en una sociedad decente en lo social, laboral, ambiental, fiscal y hacerlo con un pluralismo político participativo que frene la actual deriva hacia una sociedad plutocrática y meritocrática de mercado puro y duro. Salvaguardando sin duda su soberanía nacional, pero sin presionar a la devaluación de las condiciones de vida en el resto del mundo.

 


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– El presidente Biden prevé una «extrema competencia» entre China y EE UU. ¿Usted también?

– Los intereses globales de las GAFAM con origen estadounidense no conviven bien con competidoras globales como ya existen en China. Y China necesita esas competidoras para salvaguardar su soberanía económica, de seguridad y de aprovisionamientos. Esa competencia –los dos lados del telón Digital– desborda ya el ámbito de lo empresarial y se sitúa en el de la estabilidad y autonomía política en sentido amplio. Europa debiera tomar buena nota.

– Joe Biden sostiene que el presidente de China «no tiene un solo hueso democrático en su cuerpo» y asegura que no lo dice como «una crítica», sino porque es «una realidad». ¿Usted qué cree?

– Sobre la realidad hay mucho que decir. En un índice de corrupción que cito en el libro Estados Unidos pasa de la posición 11ª en ingresos del mundo a la 30ª en menor corrupción, China de la 77ª a la 90ª. Ambos empeoran. En otro índice internacional sobre derechos laborales con escala de 1 a 5, Estados Unidos está en el nivel 4 y China en el 5. En un índice sobre la calidad deliberativa de las instituciones de Gobierno, China desciende 59 posiciones respecto a la que ocupa en ingresos a escala mundial pero Estados Unidos desciende 88 posiciones. Las plutocracias avanzan a ambos lados del Pacífico.

– Hablemos también de China y España. China es de nuevo el único destino exportador en el que España consigue una tasa positiva. ¿Es normal esta situación para un país europeo?

– Eso es cierto y especialmente resaltable en un año en que caen nuestras exportaciones al conjunto del mundo. También sucede así para el conjunto de la UE. Se debe a que China, aún con la pandemia mundial, no entró en recesión. Pero nuestras importaciones de China aún crecieron más. De manera que el saldo nos es muy desfavorable. Tanto para España como para la UE con China tenemos un déficit comercial que erosiona el superávit que tenemos (con el resto de la UE o con el resto del mundo). Un síntoma más de que nuestras economías ya no se entienden sin todo lo que pasa por China. Ahí estamos: El regreso de China. @J_L_Gomez