Banderas iberoamericanas. / Mundiario
La parálisis en la integración política y económica de Iberoamérica fue superada a menudo por la educativa, según un análisis que recoge la web de la Cátedra Iberoamericana de la Universidad de Santiago de Compostela, que se complementa con redes sociales propias en Twitter, Facebook y Linkedin. La conexión de los 19 países de América Latina de lengua castellana y portuguesa (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela) y los tres de la Península Ibérica (España, Portugal y Andorra), además de Puerto Rico y Estados Unidos, permite tejer una red de conexiones a ambos lados del Atlántico. «Iberoamérica, crisol de culturas con nexos comunes con el Viejo Continente, inició un camino lleno de luces y sombras, con un gran potencial de aprovechamiento no siempre desarrollado», observa también la mencionada cátedra.
La Cátedra Iberoamericana, una plataforma de internacionalización de la USC, de canalización de las ideas, la formación y la investigación en conexión con la sociedad, «con el compromiso activo de avanzar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030», orienta sus actividades a más de 20 países. De hecho, la Cátedra Iberoamericana es un proyecto con raíces. A través de la Conferencia Iberoamericana de Rectores celebrada en Compostela en 2004, la USC contribuyó a dar un paso de gigante en el desarrollo de programas de educación superior.
La USC nombró a la doctora en Economía María Cadaval Sampedro directora de la Cátedra Iberoamericana de la USC. A su vez, María Xosé Rodríguez Galdo, catedrática de Historia e Instituciones Económicas, es la coordinadora de Publicaciones, y la doctora en Economía Rosa Mª Regueiro Ferreira, la coordinadora académica.
Corría el año 1991 cuando Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay firmaban el Tratado de Asunción a fin de crear el Mercado Común del Sur. Apenas un mes después, el 29 de abril, los ministros de Relaciones Exteriores de estos cuatro países presentaron el Mercosur ante la Comisión Europea, con el objetivo de estudiar un acuerdo de cooperación. La primera piedra se puso en Guimarães, el 2 de mayo de 1992, después de sellar la alianza de cooperación interinstitucional para facilitar la experiencia europea en materia de integración, intercambio de información, formación de personal, asistencia técnica y apoyo institucional. Pero el proyecto encalló.
En octubre de 1998 la Unesco celebró en París la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior para establecer los principios fundamentales de una reforma de los sistemas de enseñanza superior en el mundo, que se basó en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) y reconoció la importancia del progreso científico en el desarrollo integral más allá de las fronteras.
María Cadaval, María Xosé Rodríguez-Galdo y Rosa Regueiro. / catedraiberoamericana.com
Los lazos que unen Europa y América Latina sirvieron de acicate para que la cooperación universitaria intensificase su relación desde entonces y la Declaración de Río sirvió de palanca para impulsar la creación del UEALC –Espacio Común de Enseñanza Superior de la Unión Europea, América Latina y el Caribe–. Conscientes las universidades de que no podían permanecer quietas al albur de la inacción política, fueron proactivas y ayudaron a dinamizar el proceso. “La Universidad de Santiago sirvió de peregrino ejemplar en ese Camino y contribuyó, a través de la Conferencia Iberoamericana de Rectores celebrada en Compostela en 2004, a dar un paso de gigante en el desarrollo de programas de educación superior, que pueden tener ahora un nuevo impulso”, señala María Cadaval Sampedro, directora de la Cátedra Iberoamericana de la USC.
No sin controversia, mandatarios de Argentina y Brasil han podido lucir en la cumbre del G20 en Osaka, junto a la presidencia de la Comisión Europea, una alianza política que dará lugar al Tratado de Asociación entre la UE y el Mercosur, un espaldarazo a la cooperación internacional en todos los ámbitos. “En este marco se encuadra la Cátedra Iberoamericana, que sigue la senda iniciada varias décadas atrás por la Universidad de Santiago de Compostela, con el ánimo puesto en despertar al proyecto común de su letargo”, explica su directora, convencida de que “no se puede cambiar la dirección del viento, pero entre todos, se pueden ajustar las velas y llevar el barco a buen puerto.”